EL NACIONALISMO VASCO HA ENTRADO EN VÍA MUERTA

EL NACIONALISMO VASCO HA ENTRADO EN VÍA MUERTA

Aitzol Altuna Enzunza


El nacionalismo vasco sobrevivió al fin de la Guerra española de 1936-1978 imbricándose hasta su asfixia total en el sistema neofranquista creado por el propio dictador y los tecnócratas del Opus Dei.

Durante un período prolongado en el tiempo que llegó hasta finales de los 60, el Gobierno Vasco en el exilio consiguió aglutinar a todas las fuerzas políticas del país, debido al período de guerra que siguió al golpe de Estado de los Generales Mola, Sanjurjo y Franco y el brutal impacto social que supuso por la resistencia del Pueblo a una nueva involución político-social hasta el medievo feudal.

El Gobierno Vasco consiguió incluso la sumisión momentánea de las fuerzas españolistas en nuestras tierras a los intereses del Pueblo Vasco. Pero la inactividad del Gobierno Vasco tras la muerte del carismático líder José Antonio Agirre y el ahogo total que mantenía el régimen totalitario sobre el Pueblo vasco, provocó que las juventudes nacionalistas buscaran generar actividades político-culturales dentro del país, lo que les llevó a la creación de ETA, cuyos miembros decidieron convertirse en los “maquis” vascos o grupo guerrillero urbano contra la Dictadura.

Tras la muerte del dictador español Francisco Franco, el sistema se sucedió a sí mismo. El propio dictador eligió su sustituto al frente del Estado, dejó a los franquistas el control de todo el poder político y económico de país, y al ejército franquista como controlador y soberano de cualquier movimiento que trajese una verdadera democracia a España, pues el dictador era consciente de que ésta supondría su partición en los Estados que fueron finalmente aplastados por Castilla. Castilla es el Estado creador de España a la que le dio su centralidad imperialista y metropolitana, idioma, cultura política y la profunda división social con su casta aristocrática. Es un modelo político-social que España nunca ha superado ni tiene capacidad para hacerlo. Los movimientos sociales que podrían cambiar el Estado español, chocan una y otra vez contra el monopolio del poder económico, mediático y político y terminan finalmente frustrados o absorbidos por el propio sistema político-social, sin mellar lo más mínimo el fondo totalitario del mismo.

El nacionalismo vasco ha participado en este sistema totalitario durante cuarenta años con la estrategia “acción-reacción”, también definida como la más visual “unos mueven el árbol y otros recogen las nueces”. El fuerte impacto social que ha supuesto esta estrategia de espurios intereses, ha hecho que subsista durante 40 años, y es ahora cuando se ve que no ha dado fruto alguno.

Analizando la situación social actual, sólo cabe hablar del fracaso del nacionalismo vasco. Existe una falta de autonomía real del Gobierno Vasco, al ser reconducido en el Pacto de Munich a un ente administrativo de tercer orden y permitir la división del país en Comunidades Autónomas españolas. Esto permite tener un Estatuto incumplido y una nula perspectiva de que la vía estatutista aporte algo a este Pueblo que no sea más frustración.

Tras la reciente desaparición de ETA, el nacionalismo vasco ha demostrado que no tiene alternativa alguna para este Pueblo, salvo la sumisión total al imperialismo mediante la participación en sus sucesivas elecciones español-francesas, con el retraso económico y sobre todo social que ello supone para este país por la total falta de libertad.

Falta de Libertad administrativo-económica para desarrollar al máximo las capacidades de nuestro capital humano (estudios académicos, reinserción laboral, I+D+i etc.) o las capacidades de nuestras empresas, las cuales demandan medidas que España no puede ni sabe tomar al ser la nuestra una colonia residual en el conjunto de la economía española, dedicada al turismo europeo del sol y playa que nosotros no tenemos.

Falta de Libertad política interna para desarrollar mecanismos democráticos como consultas a la ciudadanía, listas abiertas en la elecciones, políticas locales más cercanas al ciudadano o políticas lingüísticas nacionales más apropiadas para este Pueblo, las cuales ya desarrolló en toda la etapa foral y que hoy son residuales, como sombras de nuestro derecho pirenaico. Así tenemos: Batzarres o Concejos como los alabeses, Agrupaciones vecinales como en Abetxuko o Donostia, la explotación del comunal, listas abiertas como en Zerain o Amoroto, el Auzolan etc.

Falta de Políticas externas que nos garanticen una presencia real en las nuevas plataformas o instituciones supranacionales donde se deciden las cuestiones económicas más importantes. Especialmente en la Unión Europea, donde Estados del tamaño del nuestro tienen hasta 12 representantes en el Parlamento Europeo, además de Comisarios y todo tipo de figuras funcionariales que nosotros no tenemos.

Publicación Iparla mayo 2014 “Otra vez elecciones europeas”: “Para la UE, el Pueblo Vasco no existe y los vascos no tienen derecho a constituir ni a votar nada, pues lo que no existe no tiene derechos. Los vascos que resisten ideológica y políticamente al imperialismo y el totalitarismo son delincuentes y criminales, pero delincuentes y criminales españoles y franceses, pues ni para eso tienen personalidad propia. Los “representantes de Euskadi” que acceden al Parlamento Europeo “para que Euskadi tenga voz propia en Europa” lo hacen como españoles y franceses convictos y confesos, y sólo como tales. Sólo como travestis españoles y franceses tienen acceso a los “derechos civiles y políticos democráticos del espacio europeo de libertad, seguridad y justicia”. Ni siquiera son representantes “regionales” pues la región de referencia no existe en ninguna parte”. Esta misma acertada reflexión sobre nuestra realidad, sirve para las elecciones al Parlamento español o al de la Comunidad Autónoma española correspondiente.

Donde hay un problema nacional, no hay democracia. Es más, si no hubiera un problema nacional, habríamos dejado de existir para ser alegres españoles o franceses con sus toros o Tours de Francia, con sus selecciones de fútbol o de rugby. Entonces sí, entonces tendría sentido el objetivo de “democratizar” esos Estados para vivir mejor y buscar una pequeña autonomía económica (España) o casi nula (Francia).

El nacionalismo vasco ha narcotizado a este Pueblo durante decenios pero no tiene un proyecto de futuro para él. Encima le quiere hacer creer que la cárcel franco-española en la que vivimos no tiene paredes, pues las encalan con trucos de ilusionista para que no se vean. Así nos quieren engañar con reformas estatutarias, elecciones que siempre son las definitivas-decisivas o recientemente con el inventado “derecho a decidir”, donde supuestamente colonos y colonizados tenemos los mismos derechos pero sólo sobre el futuro de los colonizados. Todos ellos no son más que trucos de ilusionista que les permite ganar tiempo para no abordar la cuestión nacional de fondo: la expulsión del imperialismo del Estado baskón de Nabarra.